“Desde pequeña asocio la palabra museo con un lugar aburrido en el que un guía te explica lo que hay detrás del cristal que, por supuesto, no puedes tocar. Gracias a la visita al Museo de Ciencias Naturales me he dado cuenta de que no todos son así”. Anna , alumna de Didáctica de ciencias naturales, expresaba la idea que muchas personas tienen sobre una visita a un museo.
Este semestre hemos tenido ocasión de conocer algunos contextos científicos y didácticos para las clases de infantil y primaria y uno de ellos ha sido este museo ubicado en los Jardines del Real de Valencia. En la visita nos dimos cuenta de que no todos los esqueletos gigantes son de dinosaurios, también hubo mamíferos enormes; y que no hay que irse a Londres o a París para ver uno de los cuatros esqueletos de megaterio (un gran oso cavernario) que existen en Europa y una valiosísima colección de fósiles.
La historia de este museo es tan fascinante como su valor científico. Procede de una donación que realizó el valenciano José Rodrigo Botet, ingeniero de minas que hizo las Américas y volvió rico a su ciudad natal con este valioso regalo a finales del siglo XIX. Un tesoro científico porque las especies de mamíferos que trajo Botet son las mismas que había visto Charles Darwin durante su famoso viaje en Beagle y que sirvieron para argumentar y construir su teoría de la evolución. Los naturalistas valencianos de aquella época se frotaron las manos de gusto al ver la colección, aunque pronto se encontraron con dos problemas: cómo montar los animales y dónde. La historia sigue… Los que tenemos más años conocimos a estos gigantes en nuestra infancia cuando estaban en el antiguo Museo Paleontológico situado en el Almudín, un lugar que no era apropiado.
En nuestra visita al Museo, además de hacer un taller manipulativo, Sandra, nuestra guía, nos contó cómo explica ella a los niños y niñas de primaria los distintos recursos científicos del museo. “La guía del Museo sabía muy bien cómo captar nuestra atención y conseguía que nos sorprendiéramos con cada pieza que vimos. En el Museo conseguí teletransportarme a la era prehistórica e imaginarme cómo sería la vida en esa época”, explica Irene. “Después de esta visita mi percepción e imagen de los museos ha cambiado y gracias a estas salidas que hemos realizado estoy deseando descubrir nuevos lugares en Valencia similares”, añade.
Estamos con Irene. Salgamos a la calle, abramos puertas y conozcamos todos esos recursos que están a nuestro alcance para ver, tocar y aprender sobre la ciencia en sus tres dimensiones.