Actividad ART MOTION con los estudiantes de Educación Física del Máster en Profesorado de Educación Secundaria

Ayer tuvimos la primera sesión de la materia “Aprendizaje y Enseñanza de la educación física” del Máster en Profesorado de Educación Secundaria en especialidad de educación física de la Florida Universitària. Iniciamos la clase práctica con la actividad ART MOTION. En nuestras clases utilizamos el arte, entre otras cosas, como forma de expansión del conocimiento. Como dice Luciana Grupelli, utilizamos el arte como una plataforma para pensar, como un potente subterfugio para pensar que lo que hacemos, en cualquier ámbito, podría ser de otra manera. Nos remetimos a las palabras de Camnitzer cuando afirmaba que lo realmente interesante del arte es preguntarse qué es lo que generó la obra y cuál es la su razón para existir. Esto nos lleva a las preguntas que nos formulamos cada vez que planteamos una actividad de educación física en torno al arte contemporáneo: ¿Cuál es el problema que quiere resolver el/la artista? ¿Cómo se relaciona este problema con el currículum de educación física?

En este caso, partimos de la obra Orbital Motion de Monika Grzymala. Con la obra la artista pretendía deconstruir la bidimensionalidad del espacio. Para ello, creó, mediante el uso de cintas adhesivas, una transformación del lugar a partir de una red de líneas que “flotan” en el espacio.

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La inquietud del artista la trasladamos a la educación física: ¿por qué los espacios comunes donde hacemos educación física suelen habitarse solo desde su bidimensionalidad? ¿Podemos deconstruir la bidimensionalidad del espacio? A partir de aquí, se inicia el proceso creativo y decido que los estudiantes utilicen cintas de balizamiento para dar tridimensionalidad al espacio de un campo polideportivo. Esta acción da inicio a un proceso lúdico-creativo en un espacio que se aleja de los que comúnmente conocemos en la educación física.

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Además disponían de rotuladores que les permitían escribir mensajes encima de las cintas, los cuales posteriormente acabarían formando parte del juego.

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Después de dar tridimensionalidad al campo polideportivo los estudiantes observan todo aquello que han creado y les pregunto: “¿Ahora, a qué podemos jugar?” Los estudiantes empiezan la difícil tarea de negociar a qué pueden jugar con el espacio que han creado. Todos deben participar en la negociación, sin excepción, y estar de acuerdo con la decisión final.

En un principio los estudiantes decidieron jugar a polis y cacos, andando por el espacio y teniendo que ir superando las cintas que iban encontrando.

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Luego, les invité a no reproducir totalmente aquellos juegos que ya sabían, sino a adaptarlos al nuevo espacio. Con ello, decidieron hacer un juego cooperativo. Todos juntos, en hilera y sin separarse, tenían que travesar las cintas sin tocarlas para llegar al otro lado del gimnasio. Después incorporamos la variación de hacerlo con tiempo.

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Otro juego que propusieron fue el de la cursa de relevos. En un principio debían correr superando todas las cintas, lo cual les obligaba a saltar, agacharse o arrastrase por el suelo.

El juego fue variando incorporando variaciones como hacerlo con la pata coja, con las manos cogidas en la espalda o con los ojos cerrados y en pareja…
Finalmente, tenían ganas de hacer un juego que les permitiese “desmontar” todo aquello que habían creado. Para ello, decidieron hacer una adaptación del juego de la cadena.
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Una vez finalizado la parte lúdica fuimos al aula a conceptualizar la experiencia. Para ello utilizamos el mapa conceptual, el cual nos permite poner orden a lo que vivimos y sentimos desde el cuerpo y nos ayuda a establecer relaciones con conocimientos que aprendemos de otras fuentes. Palabras como innovación, diversión, motivación, movimiento, arte o “Con poco podemos hacer mucho” resumen muy bien el aprendizaje que nos llevamos en nuestro primer día de clase.

Más info: Irene López (irlopez@florida-uni.es)

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