L@s estudiantes del Máster en Profesorado de Secundaria de Florida Universitària en especialidad de educación física han transformado las formas de juego y aprendizaje del baloncesto. Para ello, han empezado debatiendo en torno a las obras de Pennacchio Argentato (2009) y de Fabian Buergy (2014):
Con l@s estudiantes hicimos reflexiones interesantes. Nos permitió problematizar la tipología de materiales que tenemos en las aulas de educación física y hablar de aquellos materiales inmóviles y móviles que tenemos en nuestros espacios. ¿Qué posibilidades nos dan los materiales inmóviles de nuestras aulas (canastas, porterías, espalderas, etc.)? ¿Qué posibilidades nos dan los materiales móviles de nuestras aulas (conos, pelotas, aros, etc.)? ¿Cómo nos afectan los objetos en la disposición del cuerpo en el espacio? ¿Cómo nos afectan los objetos a la hora de jugar? ¿Cómo nos influyen los objetos en las normas del juego?
Y reflexionando sobre esto… llegamos a las siguientes cuestiones:
¿Y qué pasaría si aquellos objetos inmóviles los metaforizamos como objetos móviles? Es decir, ¿Y si buscamos la posibilidad de dar movilidad a aquello que siempre hemos visto como inmóvil? ¿Cómo cambiarían nuestras habilidades? ¿Cambiaría la esencia del juego?
Después de esta primera reflexión nos vamos al pabellón. Allí recordamos lo que hicimos a la sesión anterior, donde empezamos trabajando el deporte del básquet a partir de un estilo de resolución de problemas. Recordamos lo que hemos hablado en clase a partir de la obra de arte. A partir de ésta, les les enseña una canasta portátil, la cual nos permite dar movilidad a un objeto que normalmente es inmóvil. Se forman 4 equipos que se distribuyen en dos campos distintos, de tal forma que en cada campo hay 2 equipos. Se les da 2 canastas a cada campo. Empezamos con un reto propuesto por la profesora, que luego irá evolucionando a partir de las decisiones de l@s estudiantes. El reto es el siguiente: Se juega con una pelota de ping-pong. Deben hacer 10 pases, pero el último tiene que ir dentro de una de las dos canastas (los jugadores que hacen de canasta no forman parte de ningún equipo, son neutros). Si se aciertan son 2 puntos, si se lanza 1 punto, si no puede lanzar en 10 segundos, cambio de posesión. Empiezan a jugar.
Cuando llevan un rato jugando, se para el juego para que l@s alumn@s reflexionen sobre la técnica que están utilizando, la táctica, la dificultad, la motivación, la esencia del juego, qué está funcionando, qué no está funcionando, etc. De esta forma, mediante la reflexión, empiezan a ser más conscientes de su cuerpo en el espacio y de sus estrategias de juego, entre otras cosas.
A partir de la reflexión los alumnos vuelven a jugar incorporando pequeños cambios que han comentado durante la reflexión. En este caso, hay unanimidad en cambiar la pelota, ya que la de ping-pong no permite lanzamientos largos. Durante la reflexión tomaron consciencia de cómo incorporar un objeto que cambia la velocidad del juego, también cambiará su táctica.
Los retos fueron cambiando… algunos alumn@s transformaron el objeto y solo utilizaron el círculo de la canasta para agarrar la pelota, lo cual dio lugar a distintos tipos de juego. Otro equipo decide colocar las canastas al suelo y jugar a un juego de precisión donde se busca tumbar la canasta y luego deriva a hacer una adaptación del cementerio.
La sesión nos permite reflexionar sobre las formas que tenemos de aprender los deportes, sobre aquellos discursos de rendimiento que generalmente predominan en las clases de educación física, sobre que las infinitas posibilidades de generar retos a partir de un juego, sobre como nos afectan las características de los materiales que usamos, sobre las dificultades que tenemos para inventar un juego nuevo, sobre como el sistema educativo nos corta la creatividad y, sobretodo, sobre como nos afectan aquellos modelos que siempre nos han enseñado.