Pablo González: Mi experiencia como profesor de Instituto en Inglaterra

Cuando desde Florida Universitària me pidieron que escribiese una pequeña reseña sobre mi estancia como docente en Inglaterra, yo –que no soy muy fan de las redes sociales- pensé: ¿Pero a quién puede interesarle las vicisitudes de un profesor corriente, en un instituto corriente en una ciudad corriente del sur de la Gran Bretaña? Pero luego, pensándolo un poco más, se me ocurrió que podía plantearlo de un modo que, si no interesante, al menos sí pudiese ser útil a los que puedan encontrarse en algún momento en la situación en la que, no hace mucho, me encontraba yo.
En mi caso, la decisión de venir a trabajar como docente al extranjero y aquí en concreto fue más bien forzada por las circunstancias que una elección propiamente dicha. Me explico. Tras más de diez años de experiencia comercial la mayoría de ella viajando con frecuencia al extranjero (a países que ahora me suenan tan exóticos como Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Omán o Líbano, y a otros mucho más conocidos como Francia, Polonia o Estados Unidos) y con dos niños pequeños en casa esperando mi regreso, decidí darle una vuelta de ciento ochenta grados a mi vida profesional y empezar de cero en la que, estoy convencido, es mi verdadera vocación: la enseñanza. Por qué motivo acabé vendiendo manivelas de acero inoxidable a una promotora en Chile o toallas y albornoces a un hotel de lujo en Kenia o si mi verdadera vocación es la enseñanza es algo que excede, con mucho, los límites de esta reseña. Pero el caso es que decidí realizar, entre viaje y viaje, el Máster de Profesorado de Secundaria en Florida Universitària –el cual, by the way, recomiendo sinceramente- para iniciar a su conclusión la larga, costosa y sufrida tarea de buscar empleo en España.
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Tras meses de infructuosa búsqueda –entre otros motivos por el escaso número de centros en los que se imparte la especialidad que yo escogí al realizar el máster y por mi falta de experiencia docente-, mi mujer –muy pragmática ella- me animó a ampliar la búsqueda a otros países debido a mi conocimiento de otros idiomas. Y así lo hice. Para ello tuve que mandar mis títulos académicos a una empresa de traducción jurada y solicitar el certificado conocido como Qualified Teacher Status (o QTS) que expide el Department of Education del Reino Unido y que habilita para dar clases en colegios e institutos de Inglaterra. Una vez obtenido éste poco más de dos meses después de haberlo solicitado, comencé a enviar solicitudes de empleo de profesor de instituto a través de unas cuantas webs dedicadas exclusivamente a puestos docentes –como TES, Eteach o Teaching Personnel- y de la sección de empleo de varios periódicos. Y, para mi sorpresa, un día recibí un correo electrónico de la responsable de Recursos Humanos de un instituto de la costa sur de Inglaterra convocándome a una entrevista –con clase práctica incluida sobre un tema en concreto- a las dos semanas. Así que compré un billete, reservé un hotel lo más cerca posible del centro educativo, me preparé el tema y fui por primera vez en mi vida a mantener una entrevista de trabajo en otro país. Como el resto os lo podéis imaginar, voy a centrarme en lo que es propiamente el trabajo de docente en un instituto en Inglaterra.
Lo primero que llama la atención es la carga de trabajo. Entre la preparación de las clases y las actividades escolares –y también extraescolares-, las constantes reuniones de departamento y de claustro, los training para el profesorado, la corrección de las tareas, los informes a redactar y las clases propiamente dichas –mucho más numerosas que en España- lo cierto es que no queda mucho tiempo entre semana para hacer turismo, la verdad. Además, la mentalidad aquí es muy distinta en varios aspectos relativos a la enseñanza. Por poner un ejemplo, si un alumno tiene dificultades en una asignatura y no realiza las actividades o los exámenes al nivel esperado la responsabilidad no es del propio alumno, sino del profesor. Aquí se entiende que el centro educativo ha puesto a disposición del docente todo lo que éste necesita –en cuanto a medios educativos, horas de tutoría, departamentos en los que pueden ayudar al alumno a mejorar su rendimiento y un largo etcétera- para que todos y cada uno de sus alumnos progresen adecuadamente y obtengan los resultados que se espera de ellos. Si a esto le añadimos que cada alumno que abandona el centro es dinero que el colegio deja de ingresar por parte del Estado y que los colegios son evaluados por un organismo gubernamental llamado Ofsted –cuya puntuación del uno al cuatro es realmente tan considerada como temida aquí-, entenderemos el empeño que ponen muchos profesores en tratar de realizar su trabajo con la mayor excelencia posible.
En resumen, diría que mi experiencia en los casi cuatro meses que llevo enseñando aquí es tan extenuante como enriquecedora. Además de algún que otro choque cultural más divertido que incómodo, el profesorado del centro es muy amable y está siempre dispuesto a echar una mano. El comportamiento de los alumnos es, en general, mejor del que experimenté a lo largo de las prácticas docentes que realicé en España, y la libertad del profesorado para planear actividades dentro y fuera del centro es muy motivadora. Encontrar alojamiento fue menos complicado de lo que pensé que iba a ser en un principio, y el salario es más que digno y suficiente para vivir sin estrecheces en un país tan caro como éste. El clima, la comida o la lejanía de los seres queridos ya son otro cantar. Pero a todo se acostumbra uno, incluso a considerar el frío y/o la lluvia como parte del día a día de uno. Espero que esta pequeña narración haya servido de ayuda para muchos, de somnífero para pocos, y de ánimo y esperanza para aquellos que, como yo hace tan sólo unos meses, vean el venir trabajar de profesor a este país como algo tan aventurado como difícil. Y quizá lo sea, pero mi experiencia me ha enseñado que ha valido la pena el salto.
Si tenéis alguna pregunta o deseáis que amplíe alguna de las informaciones que he dado, no dudéis en escribirme a pgonzaco@gmail.com. A pesar del escaso tiempo libre, intentaré contestar cada uno de los mensajes. Mucha suerte a todos y…¡¡a mejorar el inglés!!

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